miércoles, 7 de marzo de 2012

El viaje de Gerardo I. El origen

Los días se sucedían tranquilos sin demasiada novedad. Gerardo comenzó el 2007 sin empleo y, al parecer, sin perspectivas de poder encontrarlo en un futuro a corto plazo. Le encantaba su último trabajo instalando alarmas por todo el Perú, pero de nada valía lamentarse añorando algo que ya no se tenía. Paciencia y fe: dos palabras que, hechas a su medida, bañaban con su magia cada amanecer.

Vivía con su madre y uno de sus hermanos, y ambos trabajaban, así que él tenía todo el tiempo del mundo para pensar. Como era una actividad que no le atraía demasiado hacer, opacaba todos esos diálogos internos con música, mientras su perro Thor le ofrecía la más fiel de las compañías.

Había mucha gente que huía... ¿de sus familias?, ¿de sus orígenes?, ¿de la miseria? Gerardo no entendía muy bien de qué, pero lo cierto es que eran muchxs lxs que soñaban con irse lejos. Norteamérica y Europa eran los destinos predilectos entre sus compatriotas, pero para él no existía paraíso más bello que Perú.

Emigrar no era una opción en su mente, y mucho menos en su corazón. No lo era hasta que lo fue. Todo fue muy rápido, muy fácil, muy obvio. Su primo Rafael le hizo una visita con su esposa española Diana, accionista de una empresa hostelera madrileña en pleno crecimiento. Rafael ya había pasado a formar parte de esa misma empresa, y estaba reclutando a más trabajadorxs peruanxs que sirvieran bien a los objetivos del propietario de la misma. Habiendo tantxs compatriotas, se lo fueron a proponer precisamente al que menos anhelaba partir.

Las expectativas eran bastante favorecedoras. Un par de años trabajando en el mantenimiento de la empresa con un salario bastante aceptable, y podría ahorrar lo suficiente como para poder construir una casa en la que vivir junto a su madre y hermano en algún lugar tranquilo de Lima. Parecía fácil. Accedió a la propuesta sin ni siquiera darle una tercera vuelta en su mente.

En seguida comenzaron los trámites para su viaje y de la nada nació y creció una deuda contraída hacia su nueva empresa en España. Ellxs le pagaban todo por adelantado: billete, alquiler de una vivienda... Con un poco de tiempo de trabajo, podría dejar de deberles plata para comenzar su proyecto de ahorro. Para él no era más que un sacrificio temporal de cuyo resultado se beneficiaría toda su familia. Podía hacerlo. Quería hacerlo.


Llegó el día. Lo que parecía fácil resultó ser un poquito más difícil. Su madre lloraba, su hermano pequeño se ocultaba entre forzadas bromas para calmar una tensión in crescendo, su hermano mayor caminaba ansioso de un lado para otro, su padre era la personificación del silencio y cada una de las personas que terminaban de completar su familia demostraba sus respectivos nerviosismos a su manera. Ante tal escena, Gerardo buscó dentro de sí para encontrar la calma y poder compartirla con lxs demás.

El aeropuerto Jorge Chávez se convirtió en la puerta hacia un nuevo mundo donde estrenarse en una larga lista de nuevas experiencias: primera vez que volaba, primera vez que salía del país, primera vez que se alejaba tanto de su familia... Paciencia y fe, sus dos virtudes, le acompañaron mientras embarcaba, le acompañaron mientras despegaba y le acompañarían durante más tiempo del que él creyó haber necesitado. ¡Adiós, Perú!

Continuará...

2 comentarios:

  1. Caray... qué duro dejarlo todo e ir en pos de un sueño, que por mucho que lo planees, está la expectación de que muchas cosas pasen, con qué personas te vas a involucrar, cómo resultará todo... incluso, si algún día regresarás a tu terruño. Y que cuando lo hagas, si todavía sientes que perteneces a ese lugar. Gracias, Lau.

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  2. Una decisión de ese calibre trae muchas consecuencias. Nunca es tan fácil como parece en un primer momento, y la gente tiende a idealizar la emigración cuando en realidad es muy dura. Aunque cada historia tiene un desenlace diferente, pronto compartiré las vueltas que da ésta. Un beso Mayra.

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